37 Halló a otro hombre y le dijo: «Hiéreme.» El hombre le dio un
golpe y le hirió.
38 El profeta se fue y se puso a esperar al rey en el camino. Se había
disfrazado con una banda sobre los ojos.
39 Cuando el rey pasaba clamó al rey y dijo: «Tu siervo había llegado
al centro de la batalla cuando uno abandonó las filas y me trajo un hombre y
me dijo: “Custodia a este hombre; si llega a faltar, tu vida responderá por la
suya, o pagarás un talento de plata.”
40 Pero tu siervo estaba ocupado aquí y allá y éste desapareció.» El
rey de Israel le dijo: «Esa es tu sentencia. Tú mismo lo has sentenciado.»